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Tras la llegada de los cristianos a la ciudad, gran parte de la población musulmana emigró a África. Los habitantes que quedaron en Granada se agruparon en torno a los barrios del Albaicín y la Alcazaba hasta la expulsión de los moriscos del reino de Granada entre 1568 y 1571, como consecuencia de las revueltas ocasionadas en la Alpujarra. Mientras, la ciudad se cristianizaba y reconstruía, manteniendo la importancia que tuvo durante la época musulmana. Granada se convirtió (paradójicamente) en Arzobispado, se estableció la Real Chancillería, el Emperador Carlos V creó su universidad en 1526 y fijó aquí su Corte, en concreto se trasladó a la Alhambra, pero a cambio Granada empieza a perder aquellas raíces árabes frente al Renacimiento, al que posteriormente relevaría el Barroco.
El Siglo de Oro también deja su marca en Granada, convirtiéndola en una ciudad de una intensa actividad artística barroca. Multitud de edificios, iglesias, fachadas, lienzos, tallas, etc. decoran todos los rincones de la ciudad en una explosión de creatividad, como si supiera que llega el momento de decir adiós a aquellos momentos de esplendor del pasado.
Y es que con el nuevo siglo no sólo se paralizó el crecimiento de la ciudad, sino que con la llegada de la ocupación francesa, la Alhambra estuvo a punto de ser destruida y sufrió la voladura de algunos de sus edificios, se robaron numerosas obras de arte de la ciudad y a cambio apenas se levantaron construcciones de algún valor artístico, dejando la ciudad, al igual que al resto del país, agotado mental, material y económicamente. Sin embargo, y a pesar de la liberación de la ocupación francesa, las cosas no mejoran mucho. Distintas revoluciones y revueltas producidas hasta finales del siglo XIX continuan con la destrucción del patrimonio granadino. Posteriormente vinieron el «boom» inmobiliario (que acabó con el barrio de Mezquita mayor para construir la Gran Vía), la crisis de las azucareras y distintas revueltas de tipo político hasta 1936.
Durante la Guerra Civil, Granada no sufrió grandes daños en lo que a su patrimonio se refiere, a pesar de que los pueblos de su alrededor y la capital se encontraban en bandos contrarios. Durante muchos años la economía de la ciudad se apoyó en el sector servicios, sufrió una especulación inmobiliaria salvaje y un crecimiento descontrolado.
En la actualidad, Granada es un importante referente cultural a nivel internacional. Su Universidad, institución que cumple ahora 475 años desde su fundación, de gran prestigio y cuyos estudiantes han ocupado un lugar importantísimo dentro de la ciudad, es uno de los motores de la economía y la cultura de la misma. Granada es una ciudad moderna que ha sabido conjugar la conservación de su riquísimo patrimonio histórico y artístico con la integración de diferentes culturas, gracias, principalmente, a la cercanía histórica y geográfica con el mundo islámico, el impulso que la Universidad ha dado a los intercambios de estudiantes y la gran afluencia de visitantes que la ciudad recibe a lo largo de todo el año.